Buzón de Alcance 202

Con carácter general, los alumnos cuyas necesidades edu- cativas especiales solo pueden ser atendidas por centros de Educación Especial son aquellos cuyas pruebas psico- métricas determinan un Cociente Intelectual de 55 (con- siderado moderado) o inferior y unas habilidades adaptati- vas, sociales y personales muy afectadas, que requieren un apoyo que los centros ordinarios no pueden proporcionar. El perfil de los alumnos de los CEE se puede dividir en tres grupos: • Alumnos con trastornos del desarrollo intelectual y plu- rideficiencia, con un precario estado de salud, nivel limi- tado de conciencia, ausencia total del aula, nula o escasa intencionalidad comunicativa, sin prácticamente movi- lidad voluntaria, con malformaciones físicas y que requieren una atención sanitaria relacionada con sus necesidades básicas. Necesitan una atención multisen- sorial, plantear situaciones que mejoren su bienestar y poner en práctica relaciones con el entorno. • Alumnos con discapacidad intelectual severa, que tienen muy afectadas las funciones cognitivas básicas (percep- ción, atención, memoria), las funciones ejecutivas y la capacidad de planificación, un ritmo muy lento, dificul- tad para generar aprendizajes, retener conocimientos y olvidar lo aprendido. Requieren fomentar el lenguaje oral o alternativo, establecer rutinas, actividades muy estructuradas y desarrollar la capacidad simbólica. • Alumnos con trastornos de personalidad vinculados a autismo o psicosis. Tienen una visión distorsionada de la realidad, no son conscientes de lo que les rodea, tien- den al aislamiento, a veces desarrollan preocupación excesiva hacia determinadas cosas, presentan inflexibi- lidad, estereotipias, agresiones hacia sí mismos y hacia otros. Necesitan un ambiente estructurado, comunica- ción funcional mediante sistemas alternativos y aumen- tativos de comunicación y hacerles partícipes de la vida cotidiana mediante rutinas. Los CEE disponen de cierto grado de autonomía en lo que se refiere al establecimiento de los fines educativos que se pretende conseguir para estos alumnos, de forma que se puedan adecuar a las necesidades concretas de cada uno de ellos. No obstante, la existencia de unos fines comunes no conlleva que todos los alumnos hayan de alcanzarlos de la misma manera y a partir de procesos similares. La acción formativa de los centros de Educación Especial se dirige, por un lado, a procurar el pleno desarrollo de la personalidad del alumnado y potenciar al máximo sus posi- bilidades para lograr su desarrollo integral, en sus aspectos físicos, afectivos, cognitivos y psicosociales, compensando y optimizando, en la medida de lo posible, aquellas que puedan afectar a sus procesos de desarrollo y aprendizaje. Y por otro lado, a lograr la adquisición de hábitos intelec- tuales y de trabajo que le preparen para la participación activa y responsable en la sociedad, con el mayor nivel de autonomía e independencia posible, según sus posibilida- des personales, garantizando la transición a otros contextos de desarrollo y socialización (familia, entorno o trabajo). En definitiva, se pretende mejorar la calidad de vida de estos alumnos, su salud y bienestar, y que adquieran el mayor número de saberes que les posibilite la participación en diferentes entornos y la inclusión social. Para alcanzar estos propósitos, los centros de Educación Especial se organizan de una manera que no difiere mucho de la organización de un centro ordinario, salvo por sus recursos, tanto personales, como materiales o técnicos, específicos para satisfacer las necesidades educativas espe- ciales de sus alumnos. Entre el personal docente cuentan con maestros de Pedagogía Terapéutica (PT), que son los tutores y tienen a su cargo grupos de unos 5 a 8 alumnos, y de Audición y Lenguaje (AL), con una ratio de 15 a 20 alumnos aproximadamente; orientadores y profesores téc- nicos de Servicios a la Comunidad (PTSC) a tiempo com- pleto; profesores de Música y Educación Física y profesores de Formación Profesional para talleres de jardinería, car- pintería, costura, etc. Como personal laboral: fisioterapeu- tas y enfermeras a tiempo completo; técnicos especialistas III (TEIII) para labores asistenciales (desplazamientos, higie- ne, comida, etc.); técnicos de Integración Social (TIS) para trabajar la autonomía, conducta, habilidades sociales, etc., con una función educativa. En cambio, los centros ordinarios no cuentan con estos recursos. Los PT tienen ratios superiores a 18 alumnos; los AL, mínimo 30 y suelen compartir centro; los orientadores suelen asistir a los centros solo un día a la semana; el PTSC, cada 15 días. Solo hay enfermeros en determinados centros para atender a alumnos concretos, fisioterapeutas en cen- tros preferentes de discapacidad motora y TIS en centros con aula TEA. Los CEE cuentan con una organización de los espacios espe- cífica, con rampas y espacios abiertos y amplios para facilitar los desplazamientos. Disponen de aula de estimulación, con 4 E d i t o r i a l Los centros ordinarios están muy lejos de estar preparados para acoger alumnos de Educación Especial La organización temporal en un centro de Educación Especial es mucho más flexible que en un centro ordinario

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