Buzón de Alcance 192

inicialmente, si antes no se implementan medidas con- cretas ligadas a las correspondientes partidas presupues- tarias para mejorar la situación del profesorado que, al margen de acuerdos o leyes, es quien ha de trabajar para ello. La crisis ha tocado a su fin y, a falta de un consenso general para un Acuerdo Educativo –que en el mejor de los casos solo va a contar con el apoyo más o menos forzado de algunos actores del espectro educativo– el Gobierno regional tiene una ocasión de oro para hacer un reconocimiento público y concreto a los docentes, más allá de las buenas palabras. Una oportunidad de presentar a la sociedad madrileña, con un discurso bien articulado y razones de mucho peso, un Acuerdo Sectorial que contemple las medidas concretas para la mejora en las condiciones sociolaborales y retributivas del profesorado, pero también otras que afectan al sis- tema educativo, como el incremento de plantillas para desdobles, apoyos y atención a la diversidad, y la reduc- ción del horario lectivo de los docentes. En definitiva, para la mejora de la calidad educativa. En ello están comprometidos ANPE y el resto de organizaciones pre- sentes en la Mesa Sectorial, dispuestas a estampar esa firma necesaria y conveniente para los docentes. Solo con un Acuerdo Sectorial que cumpla nuestras expectativas y sea satisfactorio para el profesorado E D I T O R I A L Acuerdo Sectorial, Acuerdo Educativo: cuestión de prioridades S i antes de que finalice el curso escolar no se ha firmado el insoslayable Acuerdo Sectorial para el profesorado de la enseñanza pública madrileña, tendremos que lamentar el tiempo y el esfuerzo dedi- cados, y achacarlo a la falta de voluntad política de un Gobierno regional que no habrá sabido ver su trascen- dencia y conveniencia como condición sine qua non para alcanzar el consenso en otros temas relevantes (Acuerdo Educativo y calendario escolar) para la educa- ción madrileña. Haber planteado al comienzo de la legislatura en el orden educativo como una prioridad la necesidad de un Acuerdo Educativo en la Comunidad de Madrid, cuando los escolares de esta región se sitúan en los puestos de cabeza en los informes TIMSS y PISA, a la altura de Finlandia y por encima de países como Alemania, Reino Unido, Austria o Francia y como una de las comunidades punteras dentro del mapa nacional, resulta chocante y puede interpretarse como un intento de conseguir la paz educativa en los próximos cuatro años. A pesar de las concesiones que se hacen a algu- nos sectores políticos y educativos en el último borrador conocido del Acuerdo Educativo –que incorpora buena parte de su discurso neolog- siano– y de los guiños y el protagonismo formal que les son otorgados en el Consejo Escolar y en la propia Consejería, vemos difícil conseguir ese acuerdo, pues estos no van a dar oxígeno al Gobierno regional en la coyuntura actual fir- mándolo, salvo que se asuman incondicional- mente su filosofía y modelo educativo. Pensar lo contrario entra dentro de lo posible, pero probablemente se quede en la esfera de los buenos deseos. Difícilmente se puede mejorar o transformar la educación, como el Gobierno regional pretendía Sin Acuerdo Sectorial tampoco cabe plantearse el cambio del calendario escolar 3

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