Buzón de Alcance 164

P OR fin se han cumplido los peores presagios: no sólo nos han bajado el sueldo sino que nos harán trabajar más años. El Gobierno y los agentes socia- les (los sindicatos CCOO y UGT, y las organizaciones empresariales COE y CEPYME) han firmado el Acuerdo Social y Económico, manifestando sin pudor una obs- cena satisfacción en los medios de comunicación, que ha provocado la repulsa e indignación de quienes vivi- mos de un sueldo en este país. Nos han dejado con cara de tontos tras haber rubricado un documento que supo- ne la mayor regresión en derechos sociales de la histo- ria de España, y van vendiendo el Acuerdo como una conquista social por la que debemos estar contentos y agradecidos a unos agentes con tan altas miras. Los sindicatos firmantes justifican su aval en que si no llega a ser por ellos la cosa hubiese sido mucho peor, pues han impedido el destrozo que quería hacer el gobierno, y se arrogan el imaginario mérito de haber conseguido en la negociación mejoras sustanciales en el texto final. En él se dedica un capítulo inicial a la autopublicidad y a ensalzar las maravillas del diálogo social en España y la virtuosa responsabilidad de sus agentes, convertidos en elementos necesarios para tomar las decisiones de estado, y que, a modo introductorio, sirve para justifi- car, con la misma retórica vacua de siempre, un asunto capital: la prolongación de la edad de jubilación de los españoles. Hemos asistido durante estos meses a una ofensiva mediática, política y sindical para promover el retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años. La medi- da, exigida al Gobierno español por los mercados finan- cieros y por la Unión Europea, ha dado sus frutos en este Acuerdo. El retraso de la edad de jubilación N U E S T R A O P I N I Ó N En vez de avanzar hacia una mejor calidad de vida y bienestar en la vejez, se lleva a cabo un acuerdo regresivo e injusto Acuerdo social y económico para el crecimiento, el empleo y la garantía de las pensiones. Se nos ha vendido que este era un asunto de estado y de urgente necesidad, aunque paradójicamente la legión de catastrofistas que vienen vaticinando la inviabilidad de nuestro sistema de pensiones, incluidos los bien pagados tertulianos de los medios de comunicación, ha reconocido que, tal como está diseñado hoy, podría haber aguantado 30 años más. Según algunos analistas, no está claro que retrasar obligatoriamente la edad de jubilación garantice la solvencia del sistema público de pensiones Contrasta el acuerdo mayoritario –casi la unanimidad– de los cenáculos políticos y mediáticos españoles en retrasar obligatoriamente la edad de jubilación a los 67 años, con el enorme rechazo de la gran mayoría de la población. Ya nos gustaría que hubiese la misma sinto- nía en otros graves asuntos de estado. Nuevamente se expresa el divorcio entre el pueblo y sus gobernantes y no es de extrañar que, según las encuestas, los españo- les, junto con los portugueses, consideremos a nuestra clase política como uno de nuestros principales proble- mas. Tampoco vemos los ciudadanos en qué medida los políticos, en consonancia con los esfuerzos que exigen a la población, reducirán también sus prebendas y pri- vilegios, incluidas las compensaciones a los diputados para alcanzar la máxima jubilación. Esta reforma es un recorte de derechos de los trabaja- dores en toda regla y tendrá como consecuencia, en los 4

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