Buzón de Alcance 190

que tenga menos relevancia y protagonismo en el pro- ceso educativo, con limitada autoridad y atributos pro- fesionales, para “la sociedad del siglo XXI” (un eufemis- mo de esa utopía que predican algunos). Otros, para quienes la educación también debiera ser la piedra angu- lar del bienestar y del progreso social, demuestran una actitud claudicante en las cuestiones educativas, cuya importancia relativizan considerándolas susceptibles de cambalaches políticos. Cabe la posibilidad de que el pacto educativo que se quiere fraguar no sea más que un artificio que eviden- cie la disposición de una de las partes a hacer concesio- nes en aras de la paz social y que se materialice volvien- do a cargar las tintas sobre el papel y la formación del profesorado e insistiendo en la pretensión, no justifica- da, de un “nuevo” profesor que pueda pilotar los cam- bios social y educativo. En la Comunidad de Madrid también está sobre la mesa un borrador de Acuerdo por la Transformación Educativa, cuyo nombre ya denota su sentido, en el que se pretende asignar un nuevo rol al profesor y actuali- zar sus “anticuadas metodologías”. No se propone la mejora de la calidad educativa sino la “transformación” de la educación, en un gesto complaciente con los sec- tores aludidos, que tienen claro el alcance del lengua- je. Un término de profundas connotaciones que debe relacionarse con los fines expuestos. E D I T O R I A L 3 ¿Son posibles los acuerdos educativos? L a educación española y madrileña se encuentra en la encrucijada, tras el acuerdo adoptado en el Congreso para derogar la LOMCE. Su futuro es incierto hasta que se promulgue una nueva ley educa- tiva –la enésima– que sería deseable fuese fruto del consenso y no se haga de espaldas al profesorado. Previamente debería materializarse un “Pacto de Estado por la Educación” donde se acuerde el modelo y la estructura del sistema educativo y el rumbo que se quiere dar a la educación española. Una empresa ardua que requiere un diagnóstico previo, sobre el que ya es difícil el acuerdo, y cesiones muy significativas por parte de todos. La educación es un ámbito donde se libra desde hace años una batalla política e ideológica de gran trascen- dencia para el futuro del país, en un continuo y sesga- do debate, del que algunos participan con las mejores intenciones. Desde hace tiempo, las formaciones políti- cas y los agentes educativos saben de su importancia para la configuración de nuevas realidades sociales y territoriales. En este momento de debilidad de las ins- tituciones y también de las convicciones, hay sectores que vislumbran claramente la ocasión de lograr un nuevo modelo educativo que sirva para acelerar el cambio de modelo social y político que persiguen. Para ello es preciso, a través de la crítica exacerbada, el radicalismo de algunas propuestas y el adoctrinamiento, remover los cimientos más sólidos de la educación y desestabili- zar la esencia y los pilares básicos de cual- quier sistema educativo, entre los que se encuentran el profesorado y el propio papel de la escuela. Por ello plantean la necesidad de una nueva educación que “democratice” la escuela –colocando en el mismo plano a alumnos, padres y profesores– y un “nuevo” profesor, La educación es un ámbito donde se libra desde hace años una batalla política e ideológica

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