Buzón de Alcance 190

no hablar. Ya puede esforzarse la OCDE en destacar su importancia, que los neopedagogos se encargarán de situarlo donde corresponde: en el baúl de los olvidos. El mantra de la innovación parece haber ahogado todo posible cuestionamiento respecto a la utilidad de cada nuevo instrumento, pues resulta –para los gurús del tema– meridianamente claro que todo cambio es inmensamente positivo, imprescindible e irrenuncia- ble per se . ¿Qué pasa si nos preguntamos sobre el elevado coste económico de tal alud de novedades? No descartamos que sea precisamente esta dimensión la más atractiva para algunos, dispuestos a hacerse su agosto mediante la venta de innumerables libros, ponencias, programas, jornadas, técnicas, estrategias, powerpoints , todo muy bien aderezado con una salsa de palabras cuyo desco- nocimiento o no aprecio dejará marcados a fuego a los “no iniciados”, que serán debidamente destinados a la gehena mediática, social y educativa. Así que estamos presenciando un revival en toda regla de aquella ancestral y sabia narración que debe a su verdad intrínseca haber navegado por los siglos: El reta- blo de las maravillas . El entremés cervantino tiene antecedentes en don Juan Manuel, pues en una de sus narraciones pone en boca de Patronio la historia «De lo que contesció a un rey con los burladores que fizieron el paño», para que el joven conde Lucanor aprendiera a reconocer las malas artes de los engañadores. De muy antiguo cuño es la trama, cuyos orígenes se remontan a la cuentística oriental y que posteriormente inspiró a Hans Christian Andersen “El traje nuevo del empera- dor”, a Lauro Olmo su Nuevo Retablo de las Maravillas y olé o a Els Joglars la versión estrenada en 2004. ¿Será porque no ha perdido vigencia? Malum signum , diría don Quijote. Entonces, tejer una trama inexistente con hilos invi- sibles o con palabras vacuas no tiene nada de origi- nal. Venderla como valiosa, tampoco, sobre todo si pesa sobre quienes rechacen comprarla la amenaza de caer bajo sospecha de bastardía familiar (como en el cuento) u obsolescencia pedagógica (como ahora). Pero vamos al fin de la narración. ¿Quién desenmasca- ra a los burladores? Según las versiones, distintos per- sonajes que tienen en común su inocencia o su condi- ción de outsider social. Sin nada que perder, dicen la verdad. Quebrada la imposición de silencio, todos comienzan a murmurar. “El emperador está desnudo”, comenta el pueblo en el cuento de Andersen. ¿Será que no comunicamos con suficiente énfasis cuál es la realidad diaria en los centros educativos, es decir, que el profesorado hace constantes esfuerzos de actua- lización, aprende a diario para comunicarse con sus alumnos en el lenguaje adecuado, constantemente está creando y poniendo en marcha actividades diferentes, concursos, debates, trabajos grupales, talleres, nuevas formas de trabajo en el aula, incorporación de TIC a los procesos de aprendizaje, experiencias novedosas, etc.? ¿O que no está dispuesto a dejar de enseñar y conver- tirse en un guía, orientador o animador cultural, que conoce bien la importancia de abrir la mente de sus alumnos y capacitarlos para el futuro laboral o acadé- mico, que no renunciará a trasmitir valores, como el res- peto a los demás, clara manifestación del respeto a sí mismo, que toda persona –compañero, familiar, profe- sor– tiene dignidad y debe serle reconocida, que sin esfuerzo solo se avanza por sendas oscuras? La lista de preguntas retóricas sería interminable. Informes internacionales recientes dan a entender que, no solamente los docentes madrileños no hacen mal su trabajo, sino que lo realizan notoriamente bien. No son estos estudios una radiografía total, pero su valoración positiva es un elemento a tomar muy en cuenta. Que no intenten ocultarnos con palabras la contundencia de las cifras. Como profesionales de la educación –una labor, una vocación–, no estamos dispuestos a renunciar al espa- cio y el protagonismo que nos corresponden en cual- quier ámbito donde se diriman temas educativos y se marquen líneas de actuación para determinar dónde estamos y adónde hemos de llegar. Nosotros, los docen- tes, somos los primeros expertos. 10 N u e s t r a o p i n i ó n Estamos presenciando un revival de aquella ancestral y sabia narración: El retablo de las maravillas Como profesionales de la educación, no estamos dispuestos a renunciar al protagonismo que nos corresponde

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