Buzón de Alcance 187

N U E S T R A O P I N I Ó N H AY un aspecto preocupante que en el debate educativo se toca de soslayo: el desánimo y el desencanto en la profesión docente , un fenóme- no que existe en mayor medida de la que trasciende, cuyas causas vienen de largo y son múltiples y comple- jas. Sin caer en el pesimismo, se puede afirmar que son manifiestas la desorientación y la confusión reinantes entre los docentes en su quehacer profesional y respec- to al papel que desempeñan en el proceso de enseñan- za. Ejercen su función a la defensiva, pues el marco de referencia de su trabajo, oficio o profesión es movedi- zo y no está claro. El punto de vista y las opiniones del profesorado no inte- resan a una Administración que ha decidido desde hace tiempo, en colaboración con otros agentes, ocultar los ejes esenciales que dan sentido a su profesión y rebajar el estatus y la dimensión de su tarea. Quienes son incapaces de encontrar el rumbo de la edu- cación española exigen públicamente mayores respon- sabilidades al profesorado. Es señalado como uno de los factores determinantes de la calidad educativa. Como nuestro sistema educativo tiene un rendimiento defi- ciente, a tenor de los resultados internacionales, conclu- yen mediante un razonamiento engañoso que sus defi- ciencias son atribuibles a los docentes, como consecuen- cia de su falta de preparación e implicación con el paradigma educativo dominante. Se les pide que asuman nuevos roles para adaptarse a una escuela y una sociedad cambiantes y que se formen para poder adquirir las competencias que les permitan gestionar los aspectos curriculares, de evaluación, de coordinación, abordar los temas transversales, tutoria- les, de orden psicológico de los alumnos, de conviven- cia, relacionales, administrativos, legales, de empatía, emocionales, burocráticos, didácticos, de gestión del aula, de talante... y un largo etcétera. Demandan una suerte de ser con superpoderes que pueda afrontar con garantía de éxito esa ingente y compleja labor. Se les advierte de la necesidad de cambiar los métodos de enseñanza más tradicionales para adaptarse a los nue- vos tiempos . Todo ello, bajo el escrutinio y la creciente presión de una Administración educativa cada vez más fiscalizadora y burocratizada. Muchos profesores han perdido entusiasmo y seguridad y no se encuentran cómodos desempeñando una profesión con tantos cometidos, que cada vez tiene mayores condi- cionantes, y al constatar que algunos expertos educativos, alejados del aula –véase Marina y su Libro Blanco –, les exigen cualidades personales, competencias y capacida- des fuera de lo común. A esto añadimos la pretensión de alguna confederación de padres y madres que pretende que las AMPA de los centros controlen y gestionen la escuela [sic] , más allá del derecho a la participación que tienen reconocido por ley. Cuestionan el papel tradicional de la institución escolar y del profesorado, a los que ven como elemen- tos de contención y un serio obstáculo para convertir los centros en falansterios progresistas de la participa- ción a los que denominan escuelas democráticas, donde las normas de convivencia, los contenidos y los objeti- vos de aprendizaje deben pactarse con los alumnos y las familias. En este afán, transmiten a los padres la descon- fianza sobre el quehacer docente y la gestión de los cen- tros escolares, con exigencias inaceptables y denuncias sin fundamento que generan situaciones de tensión y el enrarecimiento del clima escolar. El profesorado y la educación española transitan por la senda de la incertidumbre provocada por los continuos cambios legislativos, al no existir en España acuerdo social ni político sobre el modelo, los fines ni la filosofía de la educación. Así lo evidencian los diecisiete sistemas edu- cativos que funcionan de facto en nuestro país. A pesar de que se proclama con énfasis que el principio de autonomía es clave para la mejora educativa, el pro- fesorado español carece de ella, más allá de algunas cuestiones relacionadas con la metodología y poco más. Está sometido a examen permanente –cuando no a la crítica– desde la parcela política y mediática, y de todo tipo de expertos y profanos alejados de la realidad de las aulas. Cuestionan el papel o la identidad de la pro- fesión docente que ha formado durante décadas en las etapas preuniversitarias a la élite profesional e intelec- tual española, y desde las más altas instancias del poder político se acusa al profesorado de saber y trabajar poco, y de estar instalado en la queja permanente. La tendencia histórica al maniqueísmo y la simplifica- ción, y la fuerte ideologización de nuestra sociedad se El profesorado hoy, entre el desencanto y la confusión 5 Francisco Melcón Beltrán Presidente de ANPE-Madrid

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