Buzón de Alcance 184
Al cierre de este número, hemos mantenido reunio- nes con algunos de los candidatos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en las que hemos teni- do ocasión de trasladarles nuestras impresiones sobre la legislatura que termina y lo que conside- ramos deben ser las prioridades de la política regio- nal, ineludibles tras las elecciones de mayo, en rela- ción a la educación madrileña y el profesorado. El aumento de la inversión educativa, el refuerzo de las plantillas en los centros, la mejora de las condi- ciones de contratación del profesorado interino, la negociación de un nuevo Acuerdo Sectorial que mejore las condiciones sociolaborales de los profe- sores, el aumento de la oferta formativa, la dismi- nución de las tasas en enseñanzas fundamentales como la Formación Profesional o los idiomas, y un entendimiento, beneficioso y fructífero, entre el futuro Gobierno de la Comunidad y los sindicatos docentes son algunos de las problemas que les hemos hecho llegar y que requieren solución. Situados de lleno en plena contienda electoral, algunos partidos abogan por la derogación de la LOMCE si llegan al poder. La oposición frontal expresada por algunas organizaciones que han pro- movido el boicot a la realización de la evaluación de diagnóstico en tercero de Primaria, realizada hace escasos días, es otra iniciativa, materializada desde otros frentes, en contra de la ley educativa y en apoyo de su paralización. En esta dinámica, se hace evidente lo obvio: la mejora de la educación no puede concebirse sin medidas que susciten el consenso y que sean fruto del pacto de los distintos partidos y de todos los agentes educativos. Ahora bien, mientras no se involucre claramente al profesorado, que está a pie de aula, y a las organizaciones representativas como principales aglutinantes, cualquier acuerdo será imposible y las reformas seguirán teniendo fecha de caducidad. Antes de cualquier decisión precipitada en relación a la LOMCE, sería deseable la apertura de un proceso de aproximación entre los diferentes agentes edu- cativos, los partidos políticos y los poderes públicos para establecer un diagnóstico compartido sobre la situación de la educación madrileña, pero también española, como punto de partida para acometer con éxito las mejoras que la educación necesita. Si no, serán efímeras. Ni desde el poder político ni desde los estamentos que representan a la tecnocracia educativa, como se ha demostrado, se comprende la verdadera dimensión del rol del profesor ni el auténtico alcan- ce de su cometido, que va más allá de enseñar. Se cuestiona a menudo la esencia de su profesionali- dad y se encorseta su labor, curso a curso –como la lluvia fina–, con un rango de exigencias creciente e inasumible y con directrices contradictorias, cuando no absurdas, que los equipos docentes y los profe- sores se ven incapaces de aplicar. Poco a poco, se ha ido despojando al docente de sus atributos profesionales y de su propio criterio, redu- ciendo la capacidad operativa que precisa para edu- car y su iniciativa, convirtiéndolo en un mero eje- cutor del currículo, en un peón inseguro, al albur de la burocracia educativa. Reclamamos mayor relevancia para el profesorado en la toma de decisiones en los centros y también en los asuntos importantes de la educación, que se cuente con su saber y experiencia para fraguar cualquier tipo de acuerdo futuro, desde el sosiego y sin la crispación de los políticos, como contrapun- to a quienes teorizan sistemáticamente, reforma tras reforma, desde sus atalayas, sin rendir cuentas ante el fracaso evidente de algunas de sus recetas. Esperaremos el resultado de las elecciones autonómi- cas del próximo 24 de mayo para saber quién va a tomar las riendas de la educación madrileña. Tanto si hay relevo en el Gobierno regional como si el actual partido gobernante revalida su mayoría, la incerti- dumbre del futuro debe quedar despejada inmedia- tamente con nuevos pactos y acuerdos que redunden en una mejora educativa y en una nueva legislatura más fructífera para los docentes madrileños. E D I T O R I A L 4 Ni desde el poder político ni desde los estamentos que representan a la tecnocracia educativa se comprende la verdadera dimensión del rol del profesor
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