Buzón de Alcance 179

D E F E N S O R D E L P R O F E S O R D ICE un refrán popular que de donde no hay no se puede sacar y en este caso no existe voluntad real alguna, más que de palabra, para sacar a nuestra educación del bache donde se encuentra y situarla en el lugar que se merece. Hablar de educación en los últimos tiempos –no siempre en positivo– está de moda: recortes, LOMCE, bilingüismo, calidad de la enseñanza…, pero lo cierto es que cuando se tratan todas estas cues- tiones uno, desde el aula, percibe la dejadez y la desinformación que quien legisla, pontifica o actúa tiene sobre las verdaderas necesidades y lo que sig- nifica los términos “calidad” y “mejora educativa”. Vamos, que sin descender al ruedo pretenden diri- gir la corrida. Si el papel lo soporta todo, las palabras no se andan a la zaga. Para hablar de calidad tendremos que empezar a construir la casa por los cimientos y estos requerirán como primera medida la atención al alumnado, y si a los hechos me remito, esta aten- ción deja mucho que desear. Nadie que conozca de cerca –o con dos dedos de frente– la enseñanza puede entender qué teoría pedagógica se ha puesto de moda al imponer una normativa desde la Administración por la cual no se sustituirá a ningún profesor enfermo hasta des- pués de pasados catorce días de ausencia. La pro- porcionalidad directa que parece quererse demos- trar en estos casos es la de que: a más profesores que pasen por un aula –no cabe duda, cada hora conocen a un profesor distinto– más probabilida- des existen de que los alumnos se sientan desorien- tados, las clases descontroladas y desde luego se interrumpa el proceso educativo, sobre todo si hablamos de alumnos de Educación Infantil o estos mismos hechos ocurren en colegios de Educación Especial. Ante semejantes decisiones, no nos queda más remedio que reafirmarnos en la creencia de que, o no se entiende nada de nada o les importa un comi- no la educación. Obviar o desconocer que hay determinados grupos de alumnos que por sus características especiales –véanse los antes men- cionados– necesitan una figura de referencia, no un trasiego de profesores que a pesar de su buena voluntad y de poner todo su empeño no consegui- rán trasmitir esa seguridad que necesita este tipo de alumnado, es poner de manifiesto la poca volun- tad que existe de hacer las cosas con cabeza. Todo ello sin contar que, en estos casos, debido a lo ajus- tado de los efectivos existentes de profesores y a falta de algún milagro, habrá que hacer encaje de bolillos para atender las necesidades de estos alum- nos mientras mantenemos los dedos cruzados para que el profesorado enferme de uno en uno y el caos no se apodere del centro. Los centros escolares, mal que nos pese, han perdi- do su razón de ser: educar y enseñar, y han pasado a convertirse, para padres y Administración, en aparcamiento de niños con animador, que no pro- fesor, incluido. Recortar en educación servicios que son imprescindibles para nada ayuda a fomentar la calidad de la enseñanza. Inmaculada Suárez Valdés Coordinadora estatal del Defensor del Profesor Secretaria estatal de Comunicación de ANPE ¡Y hablamos de “calidad”! 6

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