Buzón de Alcance 175
chando ahora. No menos importante es el modelo curricular que se ha ido implantando en las escuelas, y que mediante Decretos nacionales y autonómicos tienen que adaptar, contextualizar, implementar y evaluar en las aulas los propios maestros. Tiene un nivel de dispersión, de generalidad y de floresta que hay que podar, conformar y seleccionar qué se impartirá en las aulas, aspecto que tiene dife- rencias sustanciales entre las distintas escue- las. Desde el currículum concreto, medido, esencial ( core curriculum , lo llaman los ingle- ses), contenido en la famosa Enciclopedia Álvarez , a los actuales diseños curriculares hay años luz en concreción, acotación de conoci- mientos, y en claridad para el profesorado que lo imparte. Los contenidos escolares han de ser claros, concretos e iguales para todo el terri- torio, y la formación de los maestros también. La tercera causa es la dispersión. Los profeso- res tienen que ser expertos en las materias básicas (lengua, historia, geografía, etc., esas de las que los acusan ahora de no saber), pero también tienen que ser expertos en diseño, programación, evaluación, materias transver- sales, valores, ciudadanía, proyectos de centro, innovación didáctica, nuevas tecnologías, psi- cología, ciudadanía, educación especial, orga- nización y dirección de centros, gestión del conocimiento, calidad, dirección de grupos, drogas, etc., ya que cuando en la sociedad se detecta una carencia, se encarga de ella direc- tamente a la escuela. En una reciente tesis doctoral sobre los maestros noveles, realizada por Ruth Cañón y dirigida por mí, se señala que con la inmersión en la profesión los maes- tros tienen dificultades académicas, organiza- tivas, de disciplina, sociales y de recursos con un amplio espectro en cada bloque. Pero tam- bién se señala la dimensión vocacional de los maestros, su amor al saber y a los niños, y esto les confiere un alto valor añadido como pro- fesionales. Finalmente, por concluir, aunque habría muchos otros aspectos que añadir, está la dimensión social, referida a la relación con padres, alumnos y compañeros. Las circunstan- cias actuales en las que la familia no siempre colabora con la escuela, o directamente se des- interesa de ella; padres que ignoran el año que cursan sus hijos, no se preocupan del estudio, de los deberes y no se relacionan con la escue- la, desilusionan y desmotivan a los maestros. Chicos sin hábitos de convivencia, de respeto al profesor y a los compañeros, de esos que cri- tica Freire en su Pedagogía de la indignación , apoyados en su insubordinación a las normas por los padres, minan la ilusión de enseñar y dan lugar al maestro quemado que tanta lite- ratura tiene detrás. Algunos episodios de mob- bing entre compañeros pueden completar el panorama en que se mueven estos profesiona- les que ahora se cuestionan. No se les olvide a los críticos que “enseñar es aprender dos veces” y que un maestro trabaja para la eter- nidad: nadie puede predecir dónde acabará su influencia. B u z ó n a b i e r t o 2 6
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