Buzón de Alcance 171

1 9 D E F E N S O R D E L P R O F E S O R Se trata de una vuelta más de tuerca. Esta semana nos desayunábamos con otra nove- dad: la reducción de haberes por incapaci- dad temporal . Reconozco que en una primera lectura pensé que algo se me había pasado por alto y que estaba interpretando erróneamente la ley. Pero no. De entrada, la Comunidad de Madrid iba más allá del recorte que el Real Decreto Ley 20/2012 establece y aplicaba la reducción de haberes a las ausencias justificadas de hasta tres días, no consideradas incapacidad temporal. Estamos curados de espantos, pero no hasta el punto de tener que asumir nuestra enferme- dad como un hecho voluntario y susceptible de ser penalizado. A saber. Si este invierno la gripe llama a mi puerta obligándome a guardar cama tres o cuatro días, habré de añadir al malestar gene- ral, fiebre, ojos llorosos, el cargo de concien- cia de saber que de forma involuntaria estoy contribuyendo a la merma de mis haberes, ya de por sí reducidos. Sin mencionar, desde luego, la inquina generada hacia esa persona – compañero, vecino o alumno– que, vaya usted a saber si de forma involuntaria o como venganza personal, me ha trasmitido los virus y por cuya causa me veo postrado en la cama. Es cierto que, excepcionalmente, se habrán dado circunstancias por las que en momentos determinados alguien se haya pasado de raya en el uso y abuso de las bajas, pero también es cierto que lo habitual entre el profesorado es acudir a clase aunque el termómetro marque décimas de fiebre. El que unos pocos pudieran actuar con irresponsabilidad, si es que la hubo, no puede servir como excusa a la Adminis- tración para adoptar medidas de forma unila- teral, y lo que resulta más doloroso y humillan- te: intentar colgarnos el sambenito a todo un colectivo de incumplidores e irresponsables ante la sociedad para justificar lo injustificable. No es de recibo que, después de no haber puesto coto desde la Administración a estas actuacio- nes, ahora se quiera hacer pagar a justos por pecadores. Argumentar que aplicar esta normativa va a disminuir de forma significativa el absentismo es una falacia sin sentido, que solo se puede entender desde la concepción de los centros educativos como almacenes de alumnos. ¿Acaso una persona que acuda enferma a su trabajo, obligada por las cir- cunstancias, va a ser capaz de desarrollarlo con eficiencia? o ¿consideran que, cuando se está verdaderamente enfermo, no importa el descuento de habe- res? Contrólense con rigor las faltas injustificadas, hágase un seguimiento serio de las bajas, pero no intenten justificar, por un afán recaudatorio, actuacio- nes que conculcan derechos básicos del trabajador. No se puede jugar con algo tan importante como es la salud y el bienestar de las personas. Una vuelta más de tuerca Por: Inmaculada Suárez Valdés Defensor del Profesor de ANPE-Madrid Secretaria estatal de Comunicación de ANPE

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