Buzón de Alcance 167

B U Z Ó N A B I E R T O E S cierto que los profesores no leen investigación, bien sea por falta de tiempo, por falta de interés, por considerar la investigación poco aplicable al mundo real de las aulas o porque no se adapta a casos similares a los que tienen en ellas. Pero también es ver- dad que no toda la investigación realizada hace un esfuerzo por llegar al profesorado, por investigar sobre casos reales y por buscar una aplicabilidad real en el mundo actual de las escuelas. En ese sentido, recuerdo a un docente, buen amigo mío, cuando acuñó por primera vez, para mi sorpresa, el tér- mino “pedagogo de salón”. Esas tres palabras han mar- cado en muchas ocasiones mi pensamiento sobre quie- nes inducen a la mejora educativa, generan conocimien- to asumiendo el papel de expertos que realizan y construyen leyes, reformas, programas, para mejorar la educación. Pero, en todo este proceso, ¿dónde está el maestro? ¿Quién escucha al docente? Este, con su rol pasivo, acata las nuevas reglas del juego, aunque detes- te la validez de alguna de ellas; su conocimiento basa- do en la experiencia y su formación continua no se valo- ran. ¿Quién los tiene en cuenta? Por todo ello, la implicación de los docentes en el pro- ceso de investigación se hace una medida necesaria y fundamental para mejorar la Educación. Para García Yagüe (2008) “investigar en educación supone tener en cuenta la condición personal única de cada individuo, profesor, centro, etc.” Y en ese sentido, los docentes par- ten con ventaja. Nadie mejor que ellos conoce la reali- dad en la que se circunscribe su trabajo. Si el conoci- miento es progreso, el enfoque para conseguirlo debe ser el proceso de la investigación-acción, una metodo- logía de investigación participativa que se realiza en el propio escenario educativo y que implica a todos sus protagonistas para mejorar una situación planteada en un inicio como problemática. Esta visión de la investi- gación, muy alejada de los resultados universales, puede comprenderse desde la reflexión de Carr y Kemmis (1983): “Como los educadores prácticos deben haber adquirido cierto grado de comprensión de lo que hacen y un conjunto elaborado, si no explícito, de convicciones acerca del sentido que tienen sus actuaciones prácticas, han de tener alguna ‘teo- ría’ que explique y dirija su conducta”. También Schön está muy cerca de este planteamiento y propone la investigación reflexiva como camino hacia la mejora docente: “Cuando el fenómeno que tenemos ante nosotros no se incluye en las categorías ordinarias del conocimiento-en-la-práctica , apareciendo como único o inestable, el práctico puede revisar y cri- ticar su comprensión inicial del fenómeno, cons- truir una nueva descripción del mismo y compro- bar esa nueva descripción mediante un experi- mento al efecto.” (Schön, 1983) Analizando dichas manifestaciones a favor de la inves- tigación por los docentes, se hace fundamental estable- cer una Formación Inicial en métodos de investigación desde la Universidad, donde se motive a aquellas men- tes inquietas y vocacionales orientadas hacia un des- arrollo íntegro tanto de los docentes en sí mismos como posteriormente de los alumnos a quienes se deben. El apoyo institucional y económico de la autoridad edu- cativa competente en dicho proceso investigador debe ser una realidad palpable en los centros, facilitando el desarrollo del proceso investigador mediante la varia- ción de las condiciones laborales, el reconocimiento social, educativo y por qué no económico. Todo ello, entendido como una máxima en la buena marcha de la labor docente. La flexibilidad curricular de los programas, con el fin de permitir adaptar los resultados de las investigaciones en los centros es un aspecto que la Administración no debe olvidar si quiere hacer de la mejora y la calidad una constante. Por lo tanto investigar, ¿para qué? Quizás, para lograr mediante el avance del conocimiento, la labor docente investigadora y su reconocimiento, un garante de una educación acorde a las nuevas realidades educativas, sociales... donde la búsqueda incesante de mejora, talen- to y progreso sean una dinámica continua en los cen- tros por parte de los profesores y los maestros. Ángel Eugenio Diego García Director CEIP “El Prado”, de Pinto Investigar, ¿para qué? 22

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