Buzón de Alcance 167

la selección sea al inicio de la formación de posgrado y no des- pués, el grupo de elegidos incidirá positivamente en la cali- dad de su propia formación, porque los alumnos exigen en función de su nivel de partida. Entonces, va a generarse un grupo profesional con una autoestima importante, que luego se trasladará positivamente al ámbito escolar. En segundo lugar, ha de comportar un ajuste equilibrado entre oferta y demanda, para evitar pérdidas de tiempo y de dine- ro. Lo lógico es que haga una inversión importante quien sabe que luego va a obtener una plaza dentro del ejercicio de una profesión. Se han de seleccionar algunos profesores más que las plazas necesarias en cada convocatoria de formación, pero no tres o cinco veces más, como está pasando. Además, el sis- tema ha de ser universal, vinculado a las condiciones de ejer- cicio de la profesión, de modo que afecte igualmente a los jóvenes que van a optar por la enseñanza privada o por la pública. Luego habría los procedimientos de incorporación a la función pública docente específicos del funcionariado. Ha de poseer carácter nacional y, finalmente, ha de perseguir la excelencia. Con esas características, que le llamemos MIR o de otra manera da lo mismo. —Atraer a los mejores a la profesión docente y mantener- los en ella es fundamental para ofrecer una educación de calidad. ¿Cómo incentivaría a estos profesores? —Justamente por eso la selección y la formación inicial del pro- fesorado es el primer paso. Pero luego hay que retenerlos en la profesión docente, porque si son muy buenos y la profesión no les satisface, se nos irán a otros lugares. Por ejemplo, en Finlandia, las empresas multinacionales se rifan a los profeso- res. Y sin embargo no se marchan, porque realizan un trabajo que les gusta, valorado social y profesionalmente. Por tanto, la previsión de un buen desarrollo profesional del profesorado resulta esencial; eso es algo que vengo defendiendo, sin nin- gún éxito por cierto, desde hace casi veinte años. Un instru- mento para implementar el desarrollo profesional es el “plan de carrera”, que es una previsión personalizada de desarrollo profesional del profesor, en donde se contemplen, de un modo coherente, la formación, la evaluación, las recompensas y la promoción, que puede ser tanto horizontal como vertical, en un mismo nivel educativo o cambiando de responsabilidad. Ese concepto tan potente, que se emplea sistemáticamente en organizaciones que trabajan con el conocimiento, puede y debe adaptarse al ámbito educativo. Cada uno puede elegir su trayectoria profesional dentro de un haz establecido e incluso cambiar en un momento determinado, pero sabe que tiene una vía abierta al reconocimiento y a la adaptación de su desarrollo a contextos cambiantes, como son los de la vida humana. Nuestro cerebro se va modificando por la experien- cia y eso ha de poder verse reflejado en una evolución profe- sional, a fin de mantener la atención y el interés profesional del individuo y capitalizarlo en beneficio del sistema. —Ante la perspectiva de nuevos ajustes, en el marco de la actual crisis económica, ¿cómo se puede disminuir la inversión en educación sin afectar a la calidad? —Probablemente no somos suficientemente conscientes de los momentos tan críticos por los que está pasando la economía española. Se habla de que estamos transitando al borde del abismo, y eso quiere decir muchas cosas. El abismo podría ser, para evitar la quiebra, la intervención, por ejemplo, de una enti- dad como el Fondo Monetario Internacional, que va acompa- ñada de lo que se ha dado en llamar “políticas de ajuste estruc- tural”, como las que vivieron los países hispanoamericanos en las décadas de los ochenta y noventa. Se trata de unas políti- cas de ajuste brutal, de tal manera que lo que estamos vivien- do ahora son “caricias” comparadas con la situación que nos afectaría si realmente el FMI nos tuviera que prestar dinero e intervenir en ese sentido. Por tanto, no podemos dejar de con- textualizar los ajustes actuales. Yo viví en primera línea una situación en cierto modo semejante —esta es mucho más com- plicada— cuando me tocó gestionar la Dirección General de Centros Educativos del Ministerio de Educación en 1996. El sis- tema educativo español estaba sometido a dos movimientos de signo opuesto en relación con el gasto: uno expansivo, por aplicación de la LOGSE -reducción de ratios, incremento de pro- fesorado, creación de departamentos de orientación, atención a la diversidad, etc.- y un movimiento contractivo, derivado de las exigencias económicas de nuestro ingreso en el euro. Vivimos momentos muy difíciles en la gestión educativa de las diez comunidades autónomas que entonces configuraban el llamado territorio MEC. Sin embargo, gracias a aquellos ajus- tes, en cierta medida incomprendidos, la situación económica española cambió. Ingresamos en el euro y eso conllevó una reducción de la tasa de inflación, una disminución del precio del dinero y un mayor crecimiento económico, lo que facilitó el avance espectacular experimentado por España en la déca- da siguiente, en la cual la inversión educativa creció de mane- ra muy importante. Quisiera poner un punto de esperanza que dote de sentido a los esfuerzos actuales: si somos capaces de entenderlos y de asumirlos, tendrán un impacto positivo para nosotros y para nuestros hijos. Estamos ante un momento deci- sivo y hemos de ser plenamente conscientes del contexto en el cual se están aplicando los actuales ajustes. E n t r e v i s t a 13 La calidad del profesorado es un factor crítico a la hora de explicar los resultados de los alumnos Es un acierto que la Comunidad de Madrid no haya desarrollado su propia ley de educación

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