Buzón de Alcance 159

D E “ eximio escritor y extravagante ciudadano” calificó el dictador Primo de Rivera a don Ramón María del Valle Inclán, de quien tomamos pres- tado el sintagma del título. Su irrupción iconoclasta en la dramaturgia española, hace algo más de un siglo, no logró la anuencia de un público complacido por la esté- tica benaventina, aunque anticipaba líneas que verte- brarían la escena del siglo XX. Días atrás veía yo en el metro estas palabras. Convertidas en marca comercial, descontextualizadas, se habían posado en una bolsa de papel. Ya nadie pensaba en el escritor gallego. ¡Pobre Valle! Así sucede con las Humanidades. Desdibujando las len- guas clásicas y la filosofía, reinventando la historia, reduciendo la literatura a mera expresión, menguando la enseñanza de las manifestaciones artísticas por mor de la Educación para la Ciudadanía vamos adelgazan- do toda “deuda cultural” con las generaciones prece- dentes, nos vamos quedando huérfanos por ley… o por LOE. “El hombre sin amor al pasado es vilano en el vien- to”, decía mi abuelo, que tanto leía. Educación “light”, descafeinada, edulcorada; tolerante con la diversidad, solidaria, igualitaria, mediadora, pedagógicamente “Divinas palabras” N u e s t r a o p i n i ó n 6 correcta. Divinas palabras. Tan incuestionables como insuficientes. Porque ¿cómo sabemos qué es “lo diverso” si desconoce- mos nuestras propias raíces? ¿Y cómo aprendemos sin hincar codos? Con las nuevas tecnologías: he ahí la res- puesta. Una cultura de y para la imagen. Espejitos de colores, si no va acompañada de un proceso interior de reflexión, profundización, deslinde y fijación de concep- tos. Y conste que la adicción al teclado nos puede. ¡Cuánto tiempo nos regala! Pero no lo es todo. La máqui- na no sustituye al pensamiento. De las palabras divinas, hoy, en nuestro ámbito, nada supera a éstas, que son la piedra filosofal: “Pacto Educativo”. Saben a gloria (aunque ésta también se haya deprecia- do en el actual mercado de valores). Y de corazón desea- mos un acuerdo suprapartidario y duradero, que dé a nuestra educación estabilidad para despegar, para aban- donar el furgón de cola de los informes europeos. No ponemos la carreta delante de los bueyes. Queremos creer en la factibilidad del Pacto, que ANPE viene reite- rando. El escollo radica en los cimientos del edificio. En ellos no deben faltar, como mínimo, estos materiales: un sistema educativo estatal vertebrado y coordinado, que asegure al castellano el espacio que la Constitución le asigna; enseñanzas comunes básicas fundamentales; la evaluación rigurosa de los contenidos, no sólo diag- nóstica sino de resultados, que apunte al mérito y el esfuerzo; la dignificación del profesorado mediante su reconocimiento legal como autoridad pública; la salva- guarda de las Humanidades, junto con la formación en nuevas tecnologías; en síntesis, la revisión del modelo educativo en su conjunto… La obra de Valle, de 1920, es compleja, brutal e irónica, cargada de pasiones y animalidad. La poética acotación final muestra el efecto sobrenatural que ejerce sobre el pueblo vociferante una frase ininteligible. La infiel Mari- Gaila se salva por “el latín ignoto de las Divinas Palabras”. Lo circunstancial cae; el símbolo pervive. El poder de un lenguaje prestigioso y críptico se mantiene incólume. Los clásicos siempre nos enseñan. Rosalía Aller Maisonnave Secretaria de Comunicación Monumento a Valle Inclán, Madrid. ITE, Ministerio de Educación.

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